“En una noche tan linda como esta” dice una frase del tema caracteristico del certamen que corona el producto en el que DESGRACIADAMENTE si somos favoritos, en el que si somos “potencia” y el cuál si capta la atención (en algunos más, en otros menos) de la mayoría de los habitantes. Pero la noche del miércoles 20/07 fue la noche más linda del futbol venezolano, la selección nacional de Venezuela otrora “cenicienta”, aquella considerada como los puntos que regalaba la CONMEBOL, aquella selección despreciada por propios y extraños, aquella que llegó a jugar en sus propias canchas de visitante, jugaba el partido más importante de su historia en torneo internacional una semifinal de la Copa América. Nunca antes el país se había paralizado por un juego de futbol en el que fueramos protagonistas, ya sea por pasión, por moda, por negocio, todos estaban contando los minutos, embargados en ansiedad por la llegada del pitazo inicial y los más novedoso la gente CREÍA en su selección vaticinando la victoria que otorgaba el pase a la final. Y no era para menos, la vinotinto había demostrado en cada uno de los juegos estar a la altura del compromiso con el que tenía cita, con un futbol sencillo, práctico, efectivo y de nivel logró los resultados positivos cargados además de una fuerte dosis de emotividad (por la heroicidad de las conquistas) que generaba, tanto en el equipo como en la hinchada, la confianza necesaria para el triunfo.
El juego no fue más de lo que se vive en un partido de esa instancia, los nervios y la angustia acompañaron el drama deportivo que se extendía con el transcurrir de los minutos llegando al final más inédito por el capricho de la pelota que se negó aquella noche a traspasar la frontera de manera legítima para llegar al paraiso del gol, es así como derivamos en los penales, el acto de fusilamiento que muchas veces vimos pero que jamás estuvimos en los zapatos del condenado, hasta ese momento. Toda una experiencia, cada quien con sus ritos clamaba por una última voluntad, el fallo del artillero enemigo que permitiera mantenernos con vida y avanzar en la batalla.
Al final, el pelotón contrario fue más efectivo, nuestras esperanzas quedarón regadas en el campo como semillas a cultivar para éxitos futuros y una espina quedó clavada, espina que habrá de salir en algún momento porque si algo da el deporte es revancha. Esa noche perdímos un pase a la final pero ganamos la IDENTIDAD de un pueblo con su camiseta, pueblo que debe mantenerse firme en el apoyo y la confianza, pueblo que debe CREER en su futbol y en su torneo nacional porque es allí donde se forjan las bases del puente que sin duda alguna nos llevará a nuestra primera participación en un mundial de futbol.
Apoya tu futbol, Cree en tu Selección, ¡Viva La Vinotinto!